¿Cómo hablo con mis hijos del abuso sexual?

Son muchas, muchísimas, las personas que han pasado por algo así a lo largo de su vida y no todas han sabido enfrentarlo.
Afortunadamente, esta semana nos han dado la noticia de que el delito no prescribe hasta que la víctima cumpla los treinta años. Antes, era a los dieciocho. 
Por desgracia, aún falta mucho camino que recorrer para que esos seres que se creen con derecho, pongan su mano o sus palabras donde no deben.

Siempre digo que este tipo de seres (no merecen ser llamados personas) son profesionales en robar la paz, lo más preciado que tenemos. 

La paz nos da libertad, nos da calma, nos da sonrisas. La paz es pura.

El sentimiento que después te persigue es el de la culpa. Sí, muy injusto. Tú, ensangrentada o ensangrentado por dentro....y el ser, por ahí, campante, sea. 

Te ha robado tu paz y nunca, aunque quieras, volverá a ser la misma persona. 
Por ello, los que te rodean, tienen que tener mucha paciencia, empatía y demostración de amor, seguridad y compañía.
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A veces, sólo necesitas que te escuchen.
Otras, sólo que te den un abrazo.
Otras,...soledad.

Es necesario que pongas nombre a las cosas, a los sentimientos, sean buenos o malos. 

Desde pequeños, deberían hablarnos del cuerpo como lo que es, NUESTRO CUERPO.

En él, entra quien tú quieras que entre. Es tuyo. 

Debemos llamar a los genitales por su nombre, siempre. Son te del cuerpo y, como tal, deben conocerlo. Si no quiere dar besos, no le obligues. Lee un poco más arriba, donde asentías con la cabeza. Su cuerpo, es suyo. Él o ella decide a quién le permite cruzar la barrera para que le dé un beso o le acaricie el moflete. Escucha SIEMPRE a tu hijo o hija. Si no quiere dar un beso, si no quiere saludar, si no quiere hablar,....¡no le fuerces! ESCUCHALE. Es importantísimo, fundamental, que tenga confianza contigo. Por si un día decide que necesita tu abrazo...

Explícale que nadie puede tocar su cuerpo y mucho menos sus partes íntimas. Son suyas y sólo él o ella puede tocarlas. Sí, no te escandalices, forma parte del descubrimiento y todos los niños pasan por él. 

Tienes que hacerle fuerte, no débil. Por eso, tu cariño y tus palabras serán esenciales.

Muestrale la importancia de la palabra NO, esa que a veces nos cuesta tanto pronunciar.  Enséñale su importancia, su valor y la necesidad de su uso. Dale ejemplo, respeta su NO.

Sé cercano o cercana con él, eres su referente, su apoyo, sus ojos y sus pasos. Es primordial que tenga confianza contigo sin miedo a ser juzgado/a.

Te diría que hay muchos cuentos para trabajar este tema pero si no sabes gestionarlo, de nada te sirve un cuento. Tienes que saber responder a las preguntas que tu hijo o hija pueda plantearte. Recuerda siempre contestar con la verdad, con las palabras dónde son y los nombres tal y como tú los conoces. 

Hazle sentir seguro cuando habla contigo. 



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