la inteligencia y la mano

La mano permite manifestaciones intelectuales y establece relaciones especiales con el ambiente.

Antes de que comiencen a realizar acciones con finalidad clara (como los adultos), los niños y niñas hacen uso de los objetos como quieren, sin que los adultos lo comprendan.

La mano, para su desarrollo, depende de la psique y no sólo de la psique del ego individual sino también de la vida psíquica de las distintas épocas.

El desarrollo de la habilidad de la mano es paralelo al de la inteligencia.

La mano, por lo tanto, es un órgano psíquico.

Si el niño/a no puede hacer uso de sus manos, su carácter no rebasa un nivel muy bajo, incapaz de obedecer, de tener iniciativas, es perezoso/a y triste.
Si, por el contrario, ha podido trabajar con sus manos, tendrá un desarrollo sobresaliente y un carácter con fuerza. 


Hacia el año y medio, se establece una relación entre el desarrollo de la mano y el del equilibrio cuando desea transportar objetos pesados y sus piernas le ayudan.


La palabra está ligada al oído; el movimiento, a la vista.

La primera manifestación de movimiento se produce al agarrar o coger; su conciencia presta atención a la mano que ha sido capaz de hacerlo.
Este acto pasa de ser inconsciente a consciente (más o menos a los 6 meses de edad).

El cerebelo es el rector del equilibrio.

Según los psicólogos, los niños/as se levantan en 4 tiempos:

1º. para sentarse.
2º. gira sobre el vientre y camina a cuatro patas (se ayuda con los dedos; se apoya sobre las puntas y mueve los pies).
3º. se apoya y aguanta solo.

Hacia el año y medio, aparece el factor fuerza, estableciéndose así la relación entre las manos y el equilibrio. (4º).

"Apenas el niño/a ha adquirido la independencia de las funciones, el adulto que quiere ayudarle se convierte en un obstáculo para él/ella".


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